lunes, 14 de abril de 2008

Descubriendo Catamarca

Descubriendo Catamarca es una serie documental televisiva de la Productora Lovell-Cabrera para el Consejo Federal de Inversiones y la Secretaría de Cultura de Catamarca que estrenó el 04/04/08.
Su emision es en CANAL ENCUENTRO, canal satelital del Ministerio de Educación de la Nación, todos los viernes a las 20hs.

Sus doce capitulos tienen la finalidad de narrar las increibles travesías de dos viajeros por el extenso y maravilloso territorio catamarqueño.

Desde mi humilde blog, tenía el mismo sueño de ir documentando muchos de los sitios que recorre este programa e incluso estuvo a punto de llamarse del mismo modo!

El programa nos lleva a conocer los lugares más recónditos de esta provincia del Noroeste argentino: su gente, sus rituales, los carnavales de la región, los seis volcanes más imponentes de América del Sur, sus salares y los lugares más inhóspitos que uno pueda imaginarse. Personalmente pude ver un solo capítulo, que fue "la rosa del inca" y me pareció espectacular la calidad tecnica y los lugares que recorridos. Lo tengo agendado para no perderme ni uno solo y espero poder agarrar la repetición del primero.

Graciela Polenta es Iris, una citadina que poco conoce del lugar, y que es guiada por Sergio de la Colina (Iván), catamarqueño y baqueano. La narración se basa a través de los elementos que pone Ivan a conocimiento del espectador, pero la aventura, la emoción es plasmada por Iris quien enfrenta grandes retos físicos como escaladas y rapel, y sintoniza increiblemente con los pobladores.

El Director Ignacio Lovell, que a través de su blog me entero que es cordobés al igual que Cabrera, apostó a mostrar dos personajes que no encajan en el estereotipo de la televisión argentina. A medida de que pasan los días podemos verlos agotados y hasta desalineados por las travesías 4 x 4 o largas caminatas para rendirle culto a la pachamama.

El rodaje duró más de un año. En su paso se recorrió miles de kilometros, compartieron comidas y rituales con la bella gente de nuestro interior, se visitaron sitios arqueológicos, glaciares, poblaciones aisladas, salinas, selvas, en fin... Mucho.
Innumerables anecdotas suman la bitacora de viaje de Descubriendo Catamarca y hacen de este largo rodaje una experiencia única para todos aquellos que participaron.

Capítulos
Viernes 04/04: Como regalo de la Pachamama
Viernes 11/04: La rosa del Inca
Viernes 18/04: El regreso del Pujllay
Viernes 25/04: Hijos de esta tierra

Repeticiones
Viernes: 04.00 / 08.00 / 12.00 / 16.00
Sábado: 14.30
Descubriendo Catamarca: 04.00 / 06.30

Fuente:
http://audiovisualcatamarca.blogspot.com/2007/11/descubriendo-catamarca-avance-y.html
http://www.lovellcabrera.blogspot.com/

martes, 1 de abril de 2008

Nogales en Los Angeles

Paisaje de Catamarca (Zamba)

Desde la cuesta del Portezuelo,
mirando abajo, parece un sueño;
un pueblito aquí, otro más allá
y un camino largo que baja y se pierde.

Allí un rancho sombreado de higueras
y bajo el tala durmiendo un perro;
y al atardecer, cuando baja el sol,
una majadita volviendo del cerro.

Y ya en la Villa del Portezuelo
con sus costumbres tan provincianas
el cañizo acá. . . el tabaco allá. . .
y en la soga cuelgan quesillos de cabra.

Con una escoba de pichanilla
una chinita barriendo el patio,
y sobre el nogal, centenario ya,
se oye un chalchalero que ensaya su canto.

Estribillo:
Paisajes de Catamarca
con mil distintos tonos de verde
un pueblito aquí, otro más allá...
y el camino largo que baja y se pierde.

Mapa: San Fernando del Valle

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martes, 11 de marzo de 2008

Mapa Ancasti

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lunes, 10 de marzo de 2008

Mapa de Tucuman

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Cabalgata al “Puesto del Rio”

18/11/06 al 19/11/06
Integrantes: El Baqueano Quelo, Don Francisco, Don Loquillo y Yo

Todo comienza en una templada mañana gris. Francisco me pasa a buscar a las 7 de la mañana en la camioneta, como habíamos acordado; cargamos las cosas y partimos para la casa de Daniel. De ahí tomamos el camino hacia el rodeo y a la altura del Calvario tomamos un camino de tierra (supuestamente ruta provincial) que nos dirige hacia la finca “La Sala” (finca de Francisco), sin antes pasar por la famosa ex casa de juerga de Saadi en "La Estancita". Pasamos la finca y llegamos a “El Potrero” donde nos espera Quelo, nuestro baqueano y amigo, en su rancho con unos mates. Al bajar de la camioneta comienza a lloviznar un poco, pero ninguna sorpresa, ya que el día anterior había estado todo el tiempo nublado y no teníamos mucha ilusión de tener sol por lo menos durante el día sábado. Eso si, teníamos todas las fichas puestas para el domingo. Pero eso lo cuento mas adelante.
En el rancho de Quelo comenzamos armando las mochilas, alforjas, y los aperos. Quelo va en una mula, Francisco en su “mulo” el “Macho”, Daniel en el “Saleroso” un caballo moro y yo en la Yegua, una listada. A la yegua se la había visto media manca el día anterior, así k llevábamos un “repuesto”: “el Listado”, un caballo listado (muy original este Francisco) que llevamos todo el camino a tiro. La intención de paso era ir “entrenando” el bicho para la agreste geografía catamarqueña, mas adecuada para un burrito cordobé que para nuestros briosos corceles. Luego de armar las monturas con su correspondiente guardamonte y los mullidos pellones (que agradecen mis partes traseras), colgar las alforjas y “configurar el GPS” que nunca aprendimos a usar y la mitad de las veces no encontró señal, comenzamos con el primer tramo de nuestra travesía, una recorrido de monte bastante cerrado y bajo en la que varias veces, el “Loquillo”, a partir de ahora “Don Loquillo” o Don Zoilo por momentos, y yo casi quedamos colgados en numerosas ocasiones en alguna rama; ya que nosotros llevábamos mochilas y el Saleroso no era un caballo precisamente bajo. Al poco tiempo de partir comienza una pequeña llovizna y de a poco se va “neblinando” como diría Don Quelo. La subida comienza a complicarse con la llovizna y los montes densos, hasta que decidimos parar en la “casa de piedra” una cueva que Quelo conocía y nos brindó refugio mientras decidíamos el curso de nuestra travesía. Ya era cerca del mediodía, así que decidimos almorzar, mientras esperábamos a que apaciguara el agua. Descorchamos un vino Toro para entrar en calor y una Tai, que no se si era por la altura o que, pero estaban muy ricos. Con eso regamos unos sánguche que preparamos sin mayonesa (nadie se quería mojar pa ir a buscarla), mientras ahumábamos (secábamos) la ropa. Hicimos tiempo hasta las 3 de la tarde, y decidimos seguir camino esperando que estuviera despejado, y las nubes estuvieran solo en la hondonada donde nos encontrábamos. Un poco ilusos, pero sirvió para dar coraje junto con el vino, y seguir con nuestro itinerario original. No se si era real o simplemente imaginación nuestra o efectos del totín, pero sentimos varias veces que el cielo aclaraba. Al poco tiempo de cabalgar, nos topamos con la primera cuesta importante que tuvimos que ascender tirando de los caballos. En parte por la altura supongo, me agité rápido, pero seguro que yo no era el único, porque no quiero decir quienes se venían arrastrando como yo detrás mío (y pensar que yo lo iba hacer al recorrido de trekking! que iluso!) Además con la Yegua soplándome la nuca y pisándome los talones me apuraba el tranco. Y después del pisotón que me pegó, yo parecía una cabra a los saltos para que no me alcanzara. Pero sin demoras subimos parejo hasta la cima donde como siempre nos esperaba Quelo con su mula 4x4 imparable, que por cierto subía con Quelo encima. Una vez arriba no pierdo ni dos segundos en volver a montar mi cómodo sillón con patas y aprovechar a descansar hasta la próxima tirada.
Ahora a esta altura ya no hay montes, un punto muy positivo, pero tampoco está el cielo despejado que esperábamos ver. Por el contrario, estaba igualito que abajo, pero ahora con un hermoso viento que soplaba del sur. Uno de esos lindos días para hacer un asado! (nótese la ironía). Así que decidimos sacar algo de abrigo que obviamente venía bien embolsado. No fue el caso de Don Loquillo que no había tenido en cuenta este pequeño detalle de embolsar la muda de ropa originalmente seca. Para ser sincero, no pasamos tanto frío, o por lo menos yo no, pero veníamos bastante emponchados.
La llovizna se cortaba de vez en cuando, pero no molestaba ya alejado de los montes. A decir verdad ni siquiera recuerdo cuanto tiempo llovió y cuanto no, durante la travesía porque realmente no nos afectó mucho. Es más, me animo a decir que fue mucho mejor que un día de mucho sol, ya que hubiera vuelto como un camarón y además deshidratado. No quiere decir que ahora no tenga el cuello, la cara y las manos como culo de mandril.
La neblina nos impedía disfrutar un poco del paisaje, que no perdimos oportunidad de disfrutar al día siguiente, al regreso. Pero eso también lo cuento mas adelante...
Ya luego de una larga cabalgata por las alturas, que según nuestro GPS, y con la ayuda de los 7 satélites que nos revoloteaban indicaba unos 2500mts., empezamos a barajar algunas alternativas a nuestro itinerario original.
La idea era llegar al “Puesto del Rio” pero aún nos faltaba un largo trecho según el paisano, y ya oscurecía y el frío nos acobardaba.
La realidad es, que según el paisano faltaban unos aproximados 45 minutos que siempre terminaban en 3 horas, así que decidimos no hacerle caso y optar por nuestra segunda alternativa, no menos interesante, de bajar en dirección a “Los Ángeles”, que hago la aclaración para los poco conocedores no tiene mucha similitud con “Los Ángeles - LA” de yankeelandia.
A pesar de las nubes bajas, pereciera ser que se hacían a un lado, para permitirnos apreciar de la vista desde el cerro hacia “Los Ángeles” y tomar unas fotos para documentar la gran experiencia que estábamos viviendo.
Tuvimos que volver sobre nuestras huellas un tramo, ya que Don Quelo nos había avisado un poquito tarde de que el “desvío” hacia los Ángeles había sido hacía rato ya. Tengo que aclarar que la señalización en esta zona no es muy precisa para no decir nula :-)
Sin la ayuda de Don Quelo, creo que no llego ni con GPS de vuelta! (obvio leyendo el manual primero)
Una vez divisado el pueblito, emprendemos la bajada por la cuesta, que tengo que decir que el término “empinada” le queda corto.
Al poco tiempo ya tenemos que bajar de nuestros animales por la aspereza de la cuesta y comenzar a tirar de ellos.
Descendimos sin muchos problemas. El “Saleroso” hizo renegar un poco a Don Loquillo, ya que se oponía a la idea de bajar, y forzaba a Don Loquillo a tirar de las riendas sin mucho efecto. Luego de hacer un intercambio de animales con Don Francisco por su “Macho” ya emprendieron sin problemas la cuesta. Entre patinadas y porrazos, colgándonos de las riendas, del pescuezo del animal, de la paja brava o de lo que fuera, logramos divisar el Rancho de Don Sixto, conocido de Don Quelo y de Don Francisco.
A lo lejos vemos al mismísimo Don Sixto, que nos saluda a la distancia y al acercarnos nos invita a pasar. “Estacionamos” los caballos, y nos invita Don Sixto y su señora con unos mates en la cocina calentita que fue como una bendición. Comentario aparte... que dulce toman los mates la gente de campo! Una cucharada generosa por cebada!
Luego de recibir la invitación “formal” (ya nos habíamos invitado nosotros) nos disponemos a cambiarnos la ropa húmeda. Según indicaciones de Francisco del día anterior, llevábamos unas medias secas y unas alpargatas que afortunadamente venían correctamente embolsadas y aún seguían secas. Desensillamos los caballos y los soltamos durante la noche teniendo en cuenta que a la mañana siguiente íbamos a tener que “pillarlos” con lazos, que ya no me acuerdo como los llaman.
Llevábamos una buena cantidad de carne y decidimos utilizar la cocina de esta hospitalaria gente de campo que nos brindaba una buena recepción.
Don Sixto se acerca con unas costillas de Cabra para sumar a nuestra carne y comienza a hacer unas brazas. Mientras quema algunos leños, comienzan las historias de "campo" con ese toque de superstición, credulidad, fantasía y exageración que lo caracteriza. Entre otras, recuerdo escuchar atentamente, evitando hacer las acotaciones que me caracterizan, la fabulosa historia del "Lion" de 3 metros, cazado a unos "escasos" 300 mts con un solo tiro certero en la cabeza! (Le hubiéramos tenido que atar las manos para no mentir el tamaño con las manos; así el tamaño del ojo! jeje chiste interno), el otro Lion que, al carecer de arma de fuego o cuchillo debió ahorcar (sip, escuchó bien) con un lazo colgado de una rama, "La" historia de los silbidos de gente que esta por morir y deambula anunciando su muerte. Tremendas historias! Podría escribir 3 páginas mas solo con esos cuentos...
Don Sixto y su señora viven allí en Los Ángeles aún con 3 hijas de una familia grande como lo son las del Campo. Una persona cuyo nombre comienza con "Que" y termina con "lo" le "anduvo arrastrando el ala" a una de las hijas y después no sabemos que moco se mandó... pero no me voy a meter en la vida privada :-)
Terminábamos de comer y regar un poco el asado con unos vinitos, cuando ya eran pasadas las 12 de la noche, yo ya hacía un esfuerzo sobrehumano para no desmayarme ahí mismo, hasta que Francisco sugiere irnos a dormir. Yo no termino de escucharlo, que ya estoy parado encaminando hacia los catres, quitándome los palillos de los ojos que había utilizado para mantener los párpados levantados. Esta gente tenía justo una habitación al lado de la cocina con 4 catres preparados para nosotros. Ni que hubieran sabido!
A pesar de ir cómodo sobre el caballo, se comienzan a sentir dolores en músculos del cuerpo que ni sabía que existían, y en las bajadas se resienten las rodillas de tanto tener fijo los estribos. Me viene el dicho “sarna con gusto no pica!”
Ya al momento de acostarnos se empiezan a vislumbrar apenitas algunas estrellas. A eso de las 2:30 de la madrugada me levanto con sed y ganas de regar algunos arbustitos, cuando levanto la vista en ese momento de relajo y veo un cielo completamente estrellado!
En la mañana del domingo nos despertamos, y entra Don Francisco, que ya se había levantado hacía un rato, diciendo que el día seguía igual que ayer (nublado). Claro que yo sospeché porque había visto el cielo esa madrugada, pero no alcanzaba a ver la luz del sol desde el catre porque aún no se asomaba por la montaña. Era mentira!
Nos levantamos y nos dirigimos a un remanso del río para lavarnos la cara (los ojos solamente para algunos). El agua no estaba precisamente tibia, pero seguro que sirvió para despabilarnos. Desde el río vemos a don Sixto y su señora lechando en el chiquero de las cabras (yo pensaba que el chiquero era el de los chochanes nomás). Tomamos las cámaras de fotos y nos acercamos para registrar ese extraño evento (para mi por lo meno).
Al bajar nos preparan un mate cocido con criollitos o tortillas como dicen por estos pagos.
Con el estomago lleno y descansados empacamos las alforjas, armamos los aperos y luego de despedirnos y agradecerle a esta gente tan buena, nos disponemos a emprender nuestro día de pesca de trucha a eso de las 8 de la matina.
Enfilamos por la senda a la vera del río hasta llegar a una finca abandonada, ahora propiedad de Don Loquillo, que se encontraba llena de nogales. Cruzamos por la finca y comenzamos la trepada.
Desde la cuesta vemos el rancho en donde pasamos la noche, y en el horizonte se vislumbra el famoso cerro “El Manchao”.
Llegamos a la junta del río y decidimos parar en principio hasta el mediodía, que terminó siendo hasta las 3 de la tarde. Allí probamos unos tiros río arriba en cada olla que encontrábamos. Francisco con mosca y Don loquillo y Yo con cucharita. (vuelvo a hacer una aclaración: esta cucharita es un poco distinta a la de Té)
Muy fogueado el río, demasiado caminado, las truchas medias chiquitas y ariscas. Yo no pesqué ni bost… pero el Profesor Loquillo en un último intento, salió solo para la cascada de la foto (agitado por Don Francisco que le tenía mucha fé) y volvió con una linda truchita que era para devolver, pero quien le iba a creer que la había pescado si la devolvía! Don Francisco pescó algunas mas, pero todas chiquitas y las devolvió (a él si le creo). Excepto una que la asamos como para sacarnos las ganas clavada en una estaca. (Faltan las fotos de la cámara de Francisco) Habrán notado algo raro en mi relato. Distinto a la de cualquier aficionado a la pesca yo estoy brindando datos certeros de las dimensiones de nuestro botín de pesca. Claro, si hubiera sido yo el que sacaba algo, sería del tamaño de una ballena franca mas o menos. Pero como era muy pesada pa cargarla al hombro lo tuve que dejar (ya tenía todo el verso preparado!) Otra que atarme las manos! :)
Ahí comimos, cargamos agua y preparamos el famoso jugo Clight de naranja para Don Francisco y emprendimos el regreso a tiempo para que no nos sorprendiera la noche en la parte del monte. Nos olvidamos de las 2 gotitas de lavandina! Así k ahora en vez de una solitaria debo tener una acompañada! :-)
A lo lejos nos señala Don Quelo nuestro destino; una montaña escarpada y rocosa que se ve inalcanzable. Enfilamos nuevamente por la senda a la par del río desandando los pasos y comenzamos la trepada. Primero a caballo y ya al último, en la parte mas escarpada, a pie, tirando del animal. De manera similar a como le había sucedido a Don Loquillo, ahora me tocaba renegar a mi con mi yegua (véase que me la adueñié), que se resistía a obedecerme a pesar de los azotes a mano limpia, que me dolían mas a mi que al animal. Don Loquillo hacía su aporte de atrás azotando con las riendas hasta que hablando un poco con mi animal llego a un acuerdo para terminar el día sin mas inconvenientes. Porquería de bicho me hizo perder la autoridad que llevaba (que ya era poca). En una de esas se asusta "el Saleroso" y se acerca peligrosamente al filo de la abrupta cuesta. Don Francisco preocupado grita para que Don Loquillo desmontara rápidamente y redepente el Moro Saleroso efectúa un salto al precipicio (bueee) y aterriza un poco mas abajo y Don loquillo todavía encima logra volver a dominar el animal. Mayúsculo susto el que pasamos. (en realidad era para darle una inyeccion de adrenalina a la historia, pero fué cierto)
Le preguntamos a Don Quelo cuanto teníamos para la vuelta… obviamente tiro unos 45 minutos... que pensaban! Al paso de él y su mula será! Llegamos a las 8 justo apenas el sol se escondía tras los cerros. Así que evitamos pasar por el monte denso a oscuras, que era nuestro objetivo. Una vez en el rancho de Quelo, acomodamos todo y nos tomamos unos mates.
Le dimos de comer a los animales y los dejamos para su merecido descanso. Cargamos la camioneta y yo ya estaba necesitando “mí” merecido descanso.
Ya a la vuelta recuerdo haber escuchado algunos chistes del Flaco Pailos y no me acuerdo má! creo haberme desmayado del sueño y desnucarme en la parte de atrás del vehículo todo terreno de Don Francisco.
Me tiraron en mi departamento, dejé todo como venía en el trayecto del ascensor hasta mi ansiada habitación, me pegué una ducha para sacarme el perfume que me asediaba y fui al sobre directo; sin antes hacer una llamadita a la Jime que había estado enojada porque yo no había avisado (mentira) que íbamos a estar todo el finde en la montaña y contarle que habíamos llegado sanos y salvos de la cruzada... (esperando que le interesara)

--The End--

Chiste mas repetido de la Travesía:
Mire m´ ijo, como frunce el hocico el caballo, los pájaros se ahuyentan, y la burra retoba.
Don Evaristo, piensa que va a llover?
No mi paisano, creo que estoy necesitando una ducha