18/11/06 al 19/11/06
Integrantes: El Baqueano Quelo, Don Francisco, Don Loquillo y Yo
Todo comienza en una templada mañana gris. Francisco me pasa a buscar a las 7 de la mañana en la camioneta, como habíamos acordado; cargamos las cosas y partimos para la casa de Daniel. De ahí tomamos el camino hacia el rodeo y a la altura del Calvario tomamos un camino de tierra (supuestamente ruta provincial) que nos dirige hacia la finca “La Sala” (finca de Francisco), sin antes pasar por la famosa ex casa de juerga de Saadi en "La Estancita". Pasamos la finca y llegamos a “El Potrero” donde nos espera Quelo, nuestro baqueano y amigo, en su rancho con unos mates. Al bajar de la camioneta comienza a lloviznar un poco, pero ninguna sorpresa, ya que el día anterior había estado todo el tiempo nublado y no teníamos mucha ilusión de tener sol por lo menos durante el día sábado. Eso si, teníamos todas las fichas puestas para el domingo. Pero eso lo cuento mas adelante.En el rancho de Quelo comenzamos armando las mochilas, alforjas, y los aperos. Quelo va en una mula, Francisco en su “mulo” el “Macho”, Daniel en el “Saleroso” un caballo moro y yo en la Yegua, una listada. A la yegua se la había visto media manca el día anterior, así k llevábamos un “repuesto”: “el Listado”, un caballo listado (muy original este Francisco) que llevamos todo el camino a tiro. La intención de paso era ir “entrenando” el bicho para la agreste geografía catamarqueña, mas adecuada para un burrito cordobé que para nuestros briosos corceles. Luego de armar las monturas con su correspondiente guardamonte y los mullidos pellones (que agradecen mis partes traseras), colgar las alforjas y “configurar el GPS” que nunca aprendimos a usar y la mitad de las veces no encontró señal, comenzamos con el primer tramo de nuestra travesía, una recorrido de monte bastante cerrado y bajo en la que varias veces, el “Loquillo”, a partir de ahora “Don Loquillo” o Don Zoilo por momentos, y yo casi quedamos colgados en numerosas ocasiones en alguna rama; ya que nosotros llevábamos mochilas y el Saleroso no era un caballo precisamente bajo. Al poco tiempo de partir comienza una pequeña llovizna y de a poco se va “neblinando” como diría Don Quelo. La subida comienza a complicarse con la llovizna y los montes densos, hasta que decidimos parar en la “casa de piedra” una cueva que Quelo conocía y nos brindó refugio mientras decidíamos el curso de nuestra travesía. Ya era cerca del mediodía, así que decidimos almorzar, mientras esperábamos a que apaciguara el agua. Descorchamos un vino Toro para entrar en calor y una Tai, que no se si era por la altura o que, pero estaban muy ricos. Con eso regamos unos sánguche que preparamos sin mayonesa (nadie se quería mojar pa ir a buscarla), mientras ahumábamos (secábamos) la ropa. Hicimos tiempo hasta las 3 de la tarde, y decidimos seguir camino esperando que estuviera despejado, y las nubes estuvieran solo en la hondonada donde nos encontrábamos. Un poco ilusos, pero sirvió para dar coraje junto con el vino, y seguir con nuestro itinerario original. No se si era real o simplemente imaginación nuestra o efectos del totín, pero sentimos varias veces que el cielo aclaraba. Al poco tiempo de cabalgar, nos topamos con la primera cuesta importante que tuvimos que ascender tirando de los caballos. En parte por la altura supongo, me agité rápido, pero seguro que yo no era el único, porque no quiero decir quienes se venían arrastrando como yo detrás mío (y pensar que yo lo iba hacer al recorrido de trekking! que iluso!) Además con la Yegua soplándome la nuca y pisándome los talones me apuraba el tranco. Y después del pisotón que me pegó, yo parecía una cabra a los saltos para que no me alcanzara. Pero sin demoras subimos parejo hasta la cima donde como siempre nos esperaba Quelo con su mula 4x4 imparable, que por cierto subía con Quelo encima. Una vez arriba no pierdo ni dos segundos en volver a montar mi cómodo sillón con patas y aprovechar a descansar hasta la próxima tirada.
Ahora a esta altura ya no hay montes, un punto muy positivo, pero tampoco está el cielo despejado que esperábamos ver. Por el contrario, estaba igualito que abajo, pero ahora con un hermoso viento que soplaba del sur. Uno de esos lindos días para hacer un asado! (nótese la ironía). Así que decidimos sacar algo de abrigo que obviamente venía bien embolsado. No fue el caso de Don Loquillo que no había tenido en cuenta este pequeño detalle de embolsar la muda de ropa originalmente seca. Para ser sincero, no pasamos tanto frío, o por lo menos yo no, pero veníamos bastante emponchados. La llovizna se cortaba de vez en cuando, pero no molestaba ya alejado de los montes. A decir verdad ni siquiera recuerdo cuanto tiempo llovió y cuanto no, durante la travesía porque realmente no nos afectó mucho. Es más, me animo a decir que fue mucho mejor que un día de mucho sol, ya que hubiera vuelto como un camarón y además deshidratado. No quiere decir que ahora no tenga el cuello, la cara y las manos como culo de mandril.
La neblina nos impedía disfrutar un poco del paisaje, que no perdimos oportunidad de disfrutar al día siguiente, al regreso. Pero eso también lo cuento mas adelante...Ya luego de una larga cabalgata por las alturas, que según nuestro GPS, y con la ayuda de los 7 satélites que nos revoloteaban indicaba unos 2500mts., empezamos a barajar algunas alternativas a nuestro itinerario original.
La idea era llegar al “Puesto del Rio” pero aún nos faltaba un largo trecho según el paisano, y ya oscurecía y el frío nos acobardaba.
La realidad es, que según el paisano faltaban unos aproximados 45 minutos que siempre terminaban en 3 horas, así que decidimos no hacerle caso y optar por nuestra segunda alternativa, no menos interesante, de bajar en dirección a “Los Ángeles”, que hago la aclaración para los poco conocedores no tiene mucha similitud con “Los Ángeles - LA” de yankeelandia.
A pesar de las nubes bajas, pereciera ser que se hacían a un lado, para permitirnos apreciar de la vista desde el cerro hacia “Los Ángeles” y tomar unas fotos para documentar la gran experiencia que estábamos viviendo.Tuvimos que volver sobre nuestras huellas un tramo, ya que Don Quelo nos había avisado un poquito tarde de que el “desvío” hacia los Ángeles había sido hacía rato ya. Tengo que aclarar que la señalización en esta zona no es muy precisa para no decir nula :-)
Sin la ayuda de Don Quelo, creo que no llego ni con GPS de vuelta! (obvio leyendo el manual primero)
Una vez divisado el pueblito, emprendemos la bajada por la cuesta, que tengo que decir que el término “empinada” le queda corto.
Al poco tiempo ya tenemos que bajar de nuestros animales por la aspereza de la cuesta y comenzar a tirar de ellos.
Descendimos sin muchos problemas. El “Saleroso” hizo renegar un poco a Don Loquillo, ya que se oponía a la idea de bajar, y forzaba a Don Loquillo a tirar de las riendas sin mucho efecto.
Luego de hacer un intercambio de animales con Don Francisco por su “Macho” ya emprendieron sin problemas la cuesta. Entre patinadas y porrazos, colgándonos de las riendas, del pescuezo del animal, de la paja brava o de lo que fuera, logramos divisar el Rancho de Don Sixto, conocido de Don Quelo y de Don Francisco.A lo lejos vemos al mismísimo Don Sixto, que nos saluda a la distancia y al acercarnos nos invita a pasar. “Estacionamos” los caballos, y nos invita Don Sixto y su señora con unos mates en la cocina calentita que fue como una bendición. Comentario aparte... que dulce toman los mates la gente de campo! Una cucharada generosa por cebada!
Luego de recibir la invitación “formal” (ya nos habíamos invitado nosotros) nos disponemos a cambiarnos la ropa húmeda. Según indicaciones de Francisco del día anterior, llevábamos unas medias secas y unas alpargatas que afortunadamente venían correctamente embolsadas y aún seguían secas. Desensillamos los caballos y los soltamos durante la noche teniendo en cuenta que a la mañana siguiente íbamos a tener que “pillarlos” con lazos, que ya no me acuerdo como los llaman.




Chiste mas repetido de la Travesía:
Mire m´ ijo, como frunce el hocico el caballo, los pájaros se ahuyentan, y la burra retoba.
Don Evaristo, piensa que va a llover?
No mi paisano, creo que estoy necesitando una ducha

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